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"Los mayores problemas de las diócesis tienen que ver con el secularismo"

Recogemos íntegramente una entrevista con monseñor José María Yanguas, obispo de Cuenca, publicada en Infovaticana.


Mons. José María Yanguas Sanz nació el 26 de octubre de 1947 en Alberite de Iregua (La Rioja), Diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño.

Siguió los estudios eclesiásticos en el Seminario diocesano y el 19 de junio de 1971 fue ordenado sacerdote en Logroño al servicio de la misma Diócesis.

En 1971 inició en Pamplona los estudios de Filosofía y en 1974 los de Teología en la respectiva Facultad de la Universidad de Navarra, obteniendo en 1978 el doctorado en Teología y en 1991 el de Filosofía en la misma universidad.


Fue nombrado Obispo de Cuenca el 23 de diciembre de 2005. Recibió la Ordenación Episcopal y tomó posesión de la Sede de Cuenca en la Catedral el 25 de febrero de 2006, de manos del Excmo. y Rvmo. Mons. Antonio Cañizares Llovera, Arzobispo de Toledo.

P-Lleva casi 17 años al frente de la diócesis de Cuenca, ¿qué balance hace de todos estos años como obispo de Cuenca?

R-He dicho en alguna otra ocasión que, si ya en cualquier tarea humana no es sencillo hacer balances objetivos que respondan a la realidad, en las cosas de Dios todavía resulta más problemático. El examen o la valoración exacta de los aspectos positivos o negativos de estos años como Obispo de Cuenca deberían hacerlo los fieles diocesanos; en última instancia corresponde a Dios nuestro Señor, que es quien verdaderamente conoce bien todas las circunstancias y cuenta con todos los elementos para hacer un balance exacto. Por lo que a mi toca, el paso de los años me hace ver con mayor claridad las deficiencias personales, los campos de la pastoral diocesana que podría haber cultivado mejor, a los que hubiera debido dedicar más atención o que debiera haber impulsado con más vigor. Por más que uno haya puesto todo su empeño y dedicado lo mejor de sus energías, eso no evita que advierta con más claridad las carencias y deficiencias que los aciertos y logros.


P-Cuenca es una diócesis muy rural, ¿qué desafíos cree que tiene pendientes desde el obispado?

R-La diócesis de Cuenca es, en efecto, una diócesis eminentemente rural y, además, en progresiva despoblación. Tiene 322 parroquias, de las cuales casi el 50% cuenta con menos de 100 habitantes y el 30% entre 10 y 500. Solo 13 parroquias tienen más de 5.000. La despoblación se agudiza y crece año tras año. En enero de 2.011 contaba con unos 219.000 habitantes; ocho años más tarde, esa cifra se reducía a 196.329, siendo su extensión de algo más de 17.000 km². A eso hay que añadir el progreso envejecimiento de sus gentes, que hace que en un buen número de parroquias no haya nacimientos ni jóvenes, factores que condicionan grandemente la vida parroquial.


Ya solo estos hechos plantean serios problemas de atención pastoral, más todavía si tenemos en cuenta que hasta los años 60’ del siglo pasado los pueblos eran realidades bien equilibradas por franjas de edad y la mayor parte de ellos contaban con sacerdote. Hoy, en cambio, es frecuente que un sacerdote deba atender cuatro o más pueblos con muchas personas mayores y apenas algunos niños o jóvenes.

Con todo, los problemas mayores de la diócesis son comunes a los que sufren otras diócesis de España, y tienen que ver con el secularismo, la desconexión entre fe y vida, la pérdida de valores morales, el hedonismo que hace que la Cruz de Cristo resulte para muchos incomprensible, las ideologías que ofrecen por toda clase de medios una visión de Dios, del mundo, del hombre y de la sociedad ajena, cuando no contraria, a la visión que proporciona la fe.

Debo decir también, en honor a la verdad, que la diócesis de Cuenca conserva en buena parte, sus raíces cristianas. En buena parte se debe a la religiosidad popular, fuertemente arraigada en sus gentes.


P-Recientemente celebramos el Día del Seminario, ¿en qué situación se encuentra el seminario de la diócesis? ¿Ve peligrar el relevo generacional?

R-Gracias a Dios, el Seminario goza de una relativa buena salud. No solo se viene manteniendo un aceptable número de vocaciones, sino que en los últimos años ha experimentado un ligero repunte, sobre todo en el Seminario Mayor. Pienso que la pastoral vocacional se está llevando muy bien, con ilusión y entrega, y todo invita a la esperanza. Ha calado hondamente en los seminaristas que deben ser ellos los primeros promotores de la pastoral vocacional. Su presencia en las actividades diocesanas, catequesis, campamentos, convivencias, va haciendo crecer en el pueblo de Dios su responsabilidad en este campo. Por otra parte, es de relevar que la mayoría de los seminaristas mayores tiene un título universitario. El ambiente en el seminario es francamente bueno tanto desde el punto de vista intelectual como espiritual y apostólico. Si tenemos en cuenta solo el número de fieles de la diócesis, la presencia del sacerdote está asegurada en las comunidades cristianas con un cierto número de miembros.


P-Hace unas semanas presidió la clausura de la Fase Diocesana del proceso de beatificación y canonización de los Siervos de Dios Joaquín María Ayala Astor y 86 compañeros mártires, ¿qué destacaría de este proceso tan importante para la diócesis?

R-Hay que hacer notar que la mayor parte de los mártires, cuya causa de Beatificación ha concluido en la llamada “fase diocesana”, pertenecen a distintas Órdenes religiosas, si bien todos ellos o nacieron o sufrieron el martirio en el territorio de esta diócesis. La celebración de los momentos más importante en el camino de estos mártires hacia su beatificación y canonización sirve para poner en el centro de la atención a unos cristianos que dieron la vida por su fidelidad a la fe, prefiriendo la muerte antes que renegar de ella. Son para todos un ejemplo de vida coherente y de fortaleza en la prueba. El reconocimiento de su amor a Cristo hasta la muerte constituye un ejemplo luminoso de vida cristiana, y representa un estímulo para una fidelidad, cada vez más total y auténtica, a Dios nuestro Señor.

La obediencia a las legítimas disposiciones de la autoridad tiene un motivo sobrenatural

P-En el mes de enero permitió la vuelta de la Misa Tradicional en la diócesis de Cuenca, ¿qué opinión le merece el Motu Proprio Traditionis Custodes?

R-En la diócesis se ha cuidado de seguir siempre lo dispuesto en cada momento por el Santo Padre para la Iglesia universal. Los fieles cristianos saben que el Romano Pontífice es Pastor de la Iglesia universal y tiene potestad ordinaria, suprema, plena, inmediata y universal en ella; una potestad que puede ejercer siempre libremente. Cuando el Papa ejerce esa potestad, todos los cristianos hemos de obedecer sus disposiciones. También, es obvio, cuando estas se toman en materia litúrgica. Al Romano Pontífice compete ordenar la sagrada liturgia de la Iglesia universal y, según el derecho, también al Obispo diocesano en su diócesis. Lo importante no es que algunas de esas decisiones puedan agradar más o menos a una persona o, incluso, que se tengan por más o menos acertadas. La obediencia a las legítimas disposiciones de la autoridad tiene un motivo sobrenatural; es evidente, por tanto, que no se fundamenta en que lo mandado coincida con el propio gusto o con el propio parecer. Si dependiera de uno o de otro, siempre se podrían encontrar razones para no obedecer.


P-Dentro de la CEE es usted miembro del Consejo de Asuntos Jurídicos, ¿qué temas se tratan en esa comisión?

R-El Consejo de Asuntos Jurídicos, como el mismo nombre indica, tiene función consultiva, de asesoramiento. Su cometido es dictaminar sobre las consultas que le formulan los distintos órganos de gobierno de la Conferencia Episcopal, con el fin de que su actividad sea conforme a derecho; en algunos casos la consulta es preceptiva Pero también las diócesis y otras entidades eclesiales puede dirigirse al Consejo solicitando su parecer en los asuntos de su competencia. El Consejo puede abordar también “motu proprio” el estudio de asuntos que considera de particular interés para los Obispos españoles, poniendo a su disposición el resultado de sus trabajos.


P-Antes también formó parte de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe ¿cómo cree que la Iglesia debe defenderse de esas corrientes que intentan cambiar asuntos relacionados con la fe, moral y doctrina católica?

R-Pertenecí en efecto a esa Comisión y, tras pasar por la de Seminarios y Universidades, he vuelto a dicha Comisión. Es tarea de la Congregación promover y tutelar la integridad de la doctrina católica sobre la fe y la moral y buscar una inteligencia más profunda de la misma, con el fin de dar respuesta a las nuevas cuestiones que se plantean. La Congregación examina y da su parecer sobre los documentos de la propia Conferencia que tienen que ver con la fe o la moral. En su labor de tutela examina los escritos que puedan resultar dañosos o quizás incluso contrarios a la fe y las costumbres, y en diálogo con los autores, busca superar los problemas planteados. Por otra parte, publica notas doctrinales o estudios sobre los diversos temas de actualidad en la Iglesia y en la sociedad civil, con el fin de ofrecer su contribución al recto planteamiento y esclarecimiento de los mismos a la luz de la fe y de la doctrina de la Iglesia. La última Nota Doctrinal emanada por la Comisión versa, por ejemplo, sobre la objeción de conciencia, un tema que estaba necesitando una clarificación.


P-Usted también formó parte de la oficina de la Congregación para los Obispos. Hasta hace unos días, el Opus Dei dependía de esa Congregación, ¿tiene sentido mover al Opus Dei al Dicasterio del Clero?

R-Trabajé en efecto como Oficial de la Congregación para la los Obispos de noviembre de 1989 a enero de 2006, siendo ordenado Obispo de Cuenca este mismo año. El Santo Padre con la Constitución Apostólica Praedicate Evangelium, del pasado 19 de marzo, ha reorganizado la Curia Romana. En la nueva organización, la Prelatura personal de la Santa Cruz y Opus Dei, que hasta entonces dependía de la Congregación para los Obispos, ha pasado a depender de la del Clero. El Prelado de la Obra, con un Mensaje del mismo 19 de marzo a todos los fieles del Opus Dei, comentaba la noticia con estas palabras: “Cambia el interlocutor ordinario con la Santa Sede (…) pero no se modifica en nada la sustancia de la Prelatura del Opus Dei, formada por laicos y sacerdotes, mujeres y hombres, como se establece en los Estatutos que la Sede Apostólica dio a la Obra”. Como respuesta a su pregunta, hago propio un comentario tan autorizado.


P-Por último, ¿qué mensaje lanzaría de cara a la Semana Santa?

R-Cuando nos encontramos inmersos en una de la fases del Sínodo de los Obispos que el Santo Padre ha querido abrir a la participación de toda la Iglesia, será bueno recordar que los desfiles procesionales que se celebran en estos días en todos los pueblos y ciudades de España ponen de manifiesto la condición de la Iglesia como Pueblo de Dios que peregrina en ese mundo, bajo la acción del Espíritu Santo, hacia la patria celestial, siguiendo las huellas del Maestro y de aquellos que mejor han seguido su ejemplo: María y los Santos. Un Pueblo santo, obediente a la llamada a la santidad que Dios dirige a cada uno y a la entera Iglesia, en el que todos somos participes de la misión que el Señor nos ha confiado y de la que todos somos responsables: anunciar con nuestra palabra y nuestras vidas, coherentes con la fe, el Evangelio de la salvación, a la vez que edificamos el Reino de Dios gestionando los asuntos temporales y ordenándolos (leyes, instituciones, ciencia, cultura, economía…) según Dios (cf. Vaticano II, Lumen Gentium, 31).

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