El Ateneo de Teología y añadido el Centro de Encuentros Sacerdotales de Cuenca se quisieron hacer presentes en los días de la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa.
¡Había que estar con el Papa que nos había llamado y no podíamos faltar a esa cita! Nos convocamos en el Ateneo el 2 de agosto por la mañana, pronto, y salimos hacia Portugal.
Al igual que en otras ocasiones la furgoneta o el coche de amplia capacidad se convirtieron por unos días en lugar de encuentro, convivencia, chascarrillos y oración: laudes, vísperas, oración o rosario se sucedían en momentos continuados procurando disponer el espíritu a acoger el mensaje del Papa.
Fátima sería nuestro cuartel general: ¡que gran idea!, decía uno; ¡a quién se le habrá ocurrido!, comentaba otro; todos coincidimos en que fue el nuestro el mejor plan: llegar y a vista de escasos minutos el Santuario y sobre todo la Capelinha que evoca las apariciones de la Virgen a los niños de Fátima: primeros ojos humedecidos por la emoción.
Las religiosas de Nuestra Señora del Rosario de Fátima nos acogieron en su residencia: muy cómodos y hasta los expertos se lanzaron a cocinar; ¡éxito total!
Traslados a Lisboa para recoger el paquete de estas jornadas y lucir cada uno su mochila, acogida al Santo Padre en su llegada, visitas a bonitos lugares, recibimiento en Fátima al Papa y gran vigilia en Campo de Graça. Todo que ni soñado.
“Señor, ¡qué bien estamos aquí!» (Mt 17,4). Estas palabras le dijo el apóstol Pedro a Jesús en el monte de la Transfiguración, y también las queremos hacer nuestras después de estos días intensos. Es hermoso lo que estamos experimentado con Jesús, lo que hemos vivido juntos y es hermoso cómo hemos rezado. Y con tanta alegría de corazón. Y entonces nos podemos preguntar: ¿qué nos llevamos con nosotros volviendo a la vida cotidiana? Quisiera responder a este interrogante con tres verbos, siguiendo el evangelio que hemos escuchado. ¿Qué nos llevamos? Resplandecer, escuchar y no tener miedo ¿Qué nos llevamos? Respondo con estas tres palabras: resplandecer, escuchar y no tener miedo” Las palabras del Papa suenan fuerte y son alentadoras. Regresamos. Alegría, entusiasmo, hemos pasado unos días estupendos, toca ahora volver al día a día. Mientras la Virgen de Fátima recibe nuestra última visita: pensamos que íbamos a estar solos … no fue así; muchos tuvieron la misma idea que nosotros y en la inmensa explanada del Santuario un precioso Rosario, candelas y magnífica procesión ¡Costaba marchar de Fátima! Sor Delfina, la superiora que nos abrió las puertas de la residencia, nos despedía con la sonrisa tímida de quien no querría que llegara este momento. Tampoco nosotros lo habríamos querido. ¡Ahora Seul nos espera!
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