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Un recuerdo de 40 años atrás que quería evocar a raíz del último UNIV en roma.

Me llegó un video que aparece en medio de los comentarios que ahora escribo, y que recoge la presencia en Roma de una multitud universitarios que han participado en un encuentro internacional en el que tuvieron ocasión de reunirse con el Papa y con el Prelado del Opus Dei, al tiempo que compartían entre ellos ilusiones y esperanzas. Esto ha sido siempre así con motivo de este Congreso tan especial.





Justo esta mañana escribí, en el grupo de Amigos que nos juntamos los domingos en el Ateneo de Teología -chicos que albergan la esperanza de que el Señor toque su corazón y suscite en él la vocación sacerdotal- que cada semana al reunirnos y tener el círculo, en el momento del examen que solemos hacer a modo de revisión de vida nos preguntamos: ¿me acuerdo de encomendar todos los días los apostolados de la Obra?, que viendo el video uno puede pensar enseguida ¡ahí está mi oración de cada día por los apostolados del Opus Dei!, realmente no te equivocas. Así es. Y lo mismo podemos decir de la oración de los demás que ha repercutido en nosotros permitiendo la celebración del retiro espiritual que tuvo lugar días antes en Molinoviejo y del que te puedes enterar en esta misma página web echando hacia atrás. En concreto gusta ver las imágenes de Álvaro, un chico coreano que escogió este nombre al recibir el Bautismo de manos del Papa en la Vigilia Pascual.


Que haya sido así me recordó que hace ya la friolera de 40 años estaba viviendo en Roma, y me encargaron para el encuentro UNIV de ese año que acompañara a los Belgas y Suizos que venían juntos. En el grupo que formaban les acompañaba un sacerdote que se llamaba Peter Rütz que para mi propio bien evitaba que utilizara otro lenguaje que no fuera el francés; así no sólo pude practicar una lengua que sabía sino también reforzar su conocimiento. Mi misión era facilitarles los desplazamientos y prestarles un servicio en cuanto pudieran necesitar.


Recuerdo, en concreto, una pregunta que despertó mi atención y motivo de esta reflexión. Uno de los participantes en el UNIV de ese año, que venía precisamente entre los belgas preguntó a don Álvaro, Prelado del Opus Dei, hoy Beato Álvaro del Portillo, sobre el Fundador de la Obra. Le dice que muchas veces se entretenía soñando con el momento en el que podríamos venerar a San Josemaría -como ya ocurre- en los altares, como Santo de la Iglesia, y lo mismo le pudiéramos invocar como Doctor de la Iglesia. El Beato Álvaro valoró mucho su pregunta, le gustó, y le contestó que en efecto nuestro Fundador había vivido como un Santo en este mundo y entre otras muchas cuestiones supo difundir el mensaje sobre la llamada a la santidad en la vida ordinaria, tal como lo había recibido de Dios y en la difusión de ese mensaje y espíritu que lo sostiene había sido un auténtico pionero y un adelantado al mismo Concilio Vaticano II, último Concilio habido en la Iglesia. Ciertamente -completaba- bien se le puede nominar como auténtico Doctor por los méritos que él mismo se había acreditado. Hoy, y ha pasado tiempo, sigo pensando así y confío llegue el momento en que a San Josemaría lo podamos invocar Santo y Doctor.


José Ignacio Varela

Director del Ateneo de Teología


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