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Taller de Apóstol: Los valores del Golf

Venimos desarrollando esta actividad desde hace tiempo siempre con el éxito de participación de un buen número de jóvenes con la inquietud de posible vocación al sacerdocio y un buen grupo de sacerdotes también jóvenes dispuestos a aportar buenos consejos con sus intervenciones.




Hoy le tocaba guiar la reunión a un sacerdote también joven y buen deportista, en concreto, aficionado al golf. Nos hizo una exposición positiva del conjunto de valores que se pueden apreciar en cualquier deporte y en concreto en el que, él mismo, practica. Hablando con un buen amigo dedicado al golf, hombre de escuela deportiva y con un fuerte número de alumnos dispuestos a jugar y jugar bien al golf se plantean la conveniencia de de formar a esos futuros buenos jugadores de este deporte no sólo en el ejercicio práctico del mismo, sino también en los valores que se desprenden.

 

Mirando más allá se plantean cómo hacer de esta afición una ocasión de encuentro, convivencia, comunicación, intercambio de inquietudes, apertura a los demás, crear amistad con otros, valores primeros que sin duda a uno le enriquecen y que, al unir otros derivados de este deporte nos hacen capaces más aún de nuevas adquisiciones, siempre buenas, para la vida personal. En la práctica de cualquier deporte es necesario entrenar para jugar cada vez mejor, con más soltura, por ejemplo, modos de decir que ayudan en la vida deportiva. Esto, como es natural, pide saber escuchar y -en concreto- hacer caso a un entrenador, lo que reclama una práctica de otro valor principal de la vida: la humildad.

 

Por eso, en la práctica de un deporte, al igual que uno entrena el físico, debe entrenar también su personalidad, su modo de ser, su capacidad de llegar a los demás, en definitiva, debe entrenar su propio corazón para hacerse cercano al otro en aquello que es propio del amigo, del compañero, de alguien que me puede necesitar y yo le puedo ayudar; e incluso, trasladar este mismo modo de proceder a aquellos que, en las periferias reclaman mi atención; y al acercarme, descubro una necesidad que, de salir yo a aportar una solución, me va a servir para aprender a ser mejor persona.

 

Surge la posibilidad de acudir a un comedor social en la parroquia de San Ramón Nonato y buscan este apoyo entre el sacerdote que nos hablaba y el gerente del centro nacional de golf, y se dirigen al comedor social para desarrollar los valores e inquietudes: se apuntan profesionales del golf, directivos de la federación española, trabajadores de los campos de golf, … cualquier persona, todos dispuestos a colaborar y nos sirve a nosotros para hacer piña, generar equipo, para ayudar a quienes más lo necesitan y de tal modo lo tienen ya integrado que consideran el comedor social como una extensión más del centro nacional de golf.

 

Al final uno consigue salir de su propia burbuja, ve la necesidad del otro, se fija en aquello que puede aportar, siente la necesidad de ser agradecido por todo el bien recibido en la vida, y es capaz de contabilizar y escribir, cosa a cosa, lo que el deporte le ha enseñado, el ha aprendido y lo pone al servicio de los demás.

        

Te invito a ver el video que añadimos y tiene que ver con la actividad que este sábado, último de mes, hemos desarrollado.

 

José Ignacio Varela

Director del Ateneo de Teología

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