El nuevo obispo de Alcalá ha intervenido en el Foro Omnes junto al párroco José Miguel Granados, la dirigente de Cursillos de Cristiandad María Dolores Negrillo, y el consiliario nacional de Renovación Carismática, Eduardo Toraño. Todos coincidieron en dialogar.
Introdujo el encuentro sobre “La integración de los grupos eclesiales en la vida parroquial”, que ha tenido lugar en el Ateneo de Teología, la redactora jefe de Omnes, Maria José Atienza, quien antes de presentar a los ponentes, manifestó el buen posicionamiento del medio en el panorama de la información sociorreligiosa.
La periodista recordó que tres premios Ratzinger de Teología han pasado ya por el Foro Omnes. Se trata de los profesores Tracey Rowland, australiana; Hanna B. Gerl-Falcovitz, alemana; y el norteamericano judío Joseph Weiler. En cuanto al tema elegido, se refirió al “florecimiento de nuevos movimientos y carismas en las parroquias”, aunque se suscitan diferentes criterios en torno a su desarrollo e integración.
Este Foro, que ha contado también con la colaboración de la Fundación CARF y el Banco Sabadell, ha venido precedido por un amplio artículo en el número de Omnes de septiembre, a cargo del profesor José Miguel Granados, párroco de Santa María Magdalena (Madrid), que los ponentes han elogiado por su ponderación.
Alabanzas de los Papas, problemas en la inserción
Ésta fue precisamente la primera intervención de la jornada. Jose Miguel Granados, con una amplia experiencia pastoral, recordó algunas ideas expuestas en su análisis. A su juicio, “la integración de los diversos grupos, asociaciones, movimientos, comunidades y demás realidades de la Iglesia católica en la pastoral parroquial es un asunto de enorme importancia para la evangelización eficaz en nuestros días”.
Por un lado, aludió a “los pronunciamientos de los tres últimos Papas, que ponderan el precioso valor de estas realidades nuevas, que aportan enormes riquezas a la vida de la Iglesia”, y que “siempre animan a acogerlas con los brazos abiertos en las parroquias y en las diócesis”, sin dejar de recordar “la necesidad de una inserción adecuada en las mismas, con criterios eclesiales”.
Al mismo tiempo, Granados añadió que “son muchos los sacerdotes que las estiman con gozo y colaboran generosamente con ellas; pero también muchos otros buenos pastores enfatizan los graves problemas que suscitan, manifestándose muy críticos con las mismas, hasta el punto de llegar a excluirlas de sus comunidades parroquiales”.
Principios para “una armonía eclesial”
El párroco de Santa María Magdalena mencionó “los frutos de vida cristiana y de santidad que producen estos nuevos movimientos, grupos e iniciativas eclesiales”, y su “sincera convicción de que estas realidades son dones del Espíritu Santo para nuestra época”, pero aludió a estas dificultades en las parroquias.
En consecuencia, José Miguel Granados invoca, para “una armonía eclesial”, “los principios pastorales de acogida, acompañamiento y gradualidad, purificación y conversión, formación cristiana integral, así como discernimiento e integración”, y el ejercicio de las virtudes humanas y sobrenaturales. En especial, destacamos la prudencia, la paciencia y la sabiduría, así como la caridad pastoral y la esperanza apostólica”, y “la reflexión junto con el diálogo, en un clima de fe y oración, bajo la guía de la jerarquía”.
“Hay que dar pasos”
María Dolores Negrillo, miembro de la Ejecutiva de Cursillos de Cristiandad, expresó con claridad su criterio de que “esa inserción eclesial” de nuevas realidades o movimientos en parroquias no se ha producido, hasta el punto de considerar que “seguimos caminando paralelamente”.
La directiva de Cursillos, educada en “una familia muy buena, pero alejada de Dios”, relató que cuando “descubrió a Dios, y que era Iglesia”, fue a una parroquia a decir qué hago, y se le dijo que “tenían que pensarlo y que no sabían qué cometido encargarle”.
Este tema de la inserción “me ha preocupado enormemente”, reveló María Dolores, que habló de “estancamiento” y “miedo”, tanto en un sector como en otro. Ahí citó comentarios de dirigentes de movimientos como “es que en esa parroquia no se nos acepta” , y también de párrocos en el sentido de que “éstos nos complican la vida, no los queremos”.
“Hay que mejorar”, señaló Dolores Negrillo, “cambiemos de mentalidad y demos esos pasos para caminar y trabajar juntos, para dar esa evangelización que el mundo necesita. Pasemos del yo al nosotros, hay que dar pasos para conocernos y reconocernos. Pertenecemos a un proyecto común, y hay que recorrer un camino de sinodalidad”. A su juicio, las claves son “escuchar al Espíritu”, “diálogo con todos”, y “evangelizar con ilusión, con pasión”.
“Vivir en el Espíritu y del Espíritu”
La intervención de Eduardo Toraño, consiliario nacional de Renovación Carismática, y profesor de la Universidad San Dámaso, tuvo un marcado acento teológico. De hecho, José Miguel Granados cita en Omnes un trabajo de Eduardo Toraño, titulado “Movimientos eclesiales y nueva evangelización. Una nueva Pentecostés”.
Al comenzar, el consiliario de Renovación Carismática se refirió a la fundamentación, y luego al discernimiento. “Es el Espíritu el que vivifica la Iglesia, y se hace presente en las personas humanas, hay que tenerlo cuenta”. “Toda la Iglesia es carismática, por una parte; y por otra parte, la Iglesia necesita siempre de renovación y actualización”.
En el surgimiento de estas realidades eclesiales, que Juan Pablo II denominó movimientos, “hay una novedad, y es plantearse si estas realidades son esenciales en la Iglesia”. “En efecto, san Juan Pablo II y la teología del postconcilio enseñan que los dones jerárquicos (ministro ordenados) y los dones carismáticos son coesenciales. La Lumen Gentium en su número 4 habla de estos dos tipos de dones”.
El profesor Toraño recordó una intervención del cardenal Ratzinger en 1998 sobre los movimientos eclesiales, que luego citaría el obispo de Alcalá de Henares en sus palabras, en el que señala algo que “creo que es muy importante: la Jerarquía, la Institución, es carismática”.
Esto es importante a su juicio, porque “si un ministro, que es el responsable del gobierno de la parroquia, o un obispo en la diócesis, si no está movido por el Espíritu, si su carisma, del cual le vino la vocación y esa llamada, que le llevó a formar parte, como ministro ordenado, de la Jerarquía, si no vive en el Espíritu y del Espíritu, y esa llamada se ha encorsetado, entonces no va a tener esa apertura”. “Lo nuevo molesta”, añadió el consiliario, recordando que en ocasiones, cuando se pregunta por qué se hace algo de un modo determinado, la respuesta ha sido: ‘porque siempre se ha hecho así’”.
Discernimiento, un don
Entre otras reflexiones relativas a los carismas y la vida parroquial, Eduardo Toraño se refirió también al discernimiento, que es “la clave. Y para poder discernir, y ésta una de las tareas fundamentales de los pastores, el párroco en su parroquia, el obispo en su diócesis, tienen que discernir sobre todas las cuestiones que se puedan plantear en su ámbito de responsabilidad”.
“Hay varios elementos para el discernimiento. Lo primero es conocer. Y si hay prejuicios, por la parte que sea, ya hay un impedimento. Es necesario que un Pastor conozca todas las realidades, y a ser posible, desde dentro. También hay que ver los frutos. El discernimiento es un don, un carisma, no todo el mundo lo tiene”, señaló el consiliario de Renovación Carismática, que aconsejó mente abierta, caridad y verdad, y formación, entre otras cosas.
Carismas en la Iglesia: enfoques
Monseñor Antonio Prieto comenzó relatando la intervención las palabras del cardenal Ratzinger en 1998, cuando san Juan Pablo II llamó a todos los movimientos convocados en Pentecostés de ese año en Roma, con más de medio millón de personas, y les dijo: “Sois la primavera de la Iglesia”, “sois la respuesta del Espíritu Santo al final del segundo milenio”, citó el obispo de Alcalá.
Ratzinger dijo, según el obispo, “¿cómo se enfoca esta cuestión teológicamente? Caben dos posibilidades. Primero, la dialéctica. Que exista una dialéctica entre la Institución en la Iglesia y el carisma. Y luego existe otra posibilidad. Un enfoque más histórico. Y cuando uno mira las cosas más históricamente, se da cuenta de que cuando ha surgido un carisma en la Iglesia, se ha sufrido –luego el sufrimiento forma parte de la historia–, pero al final ese carisma ha sido asumido por la Iglesia, y ha ayudado a la Iglesia a rejuvenerse y, como decía antes Eduardo, a reformarse”.
El obispo realizó a continuación una exposición de lo que supondría plantear dialécticamente “institución (ministerio ordenado) y carisma; cristología y pneumatología, o jerarquía y profecía”. Y su conclusión fue que “la Iglesia no está edificada dialécticamente, sino orgánicamente”.
En cuanto al planteamiento histórico: por ejemplo, tensiones entre Iglesia universal e iglesia particular, Monseñor Prieto dijo: “El área asignada a los Apóstoles para la evangelización fue el mundo entero. La Iglesia universal precede a las locales, que surgen como actualizaciones de aquella”.
Tras repasar los movimientos apostólicos en la historia de la Iglesia, el obispo de Alcalá se refirió al discernimiento, subrayando que “los movimientos quieren revivir el evangelio en su totalidad, con una dimensión misionera”, y “reconocen en la Iglesia su razón de ser. Quieren estar en comunión con la Iglesia, con los sucesores de los Apóstoles y con el sucesor de Pedro”.
Más sobre carismas
A juicio de Monseñor Prieto, y refiririéndose a las dos partes (institución y carismas), ambas “deben dejarse educar por el Espíritu Santo, dejarse purificar. Los carismas. aunque hayan hecho mucho bien a personas concretas, no son propiedad de personas concretas, sino propiedad de la Iglesia, y deben someterse a las exigencias que brotan de ese hecho”.
“Pero también –añade el obispo– “los pastores no pueden caer en la uniformidad absoluta de las organizaciones y programas pastorales, como poniendo una medida al Espíritu Santo. Sería una Iglesia impenetrable al Espíritu Santo”. “No se debe tachar de fundamentalismo de celo a personas animadas por el Espíritu Santo”, pero “los movimientos también tiene que tener en cuenta que ubi Petrus, ibi ecclesia; ubi episcopus, ibi ecclesia”.
“El ministerio y los movimientos se necesitan mutuamente. Cuando uno de los dos polos se debilita, sufre toda la Iglesia. Todos deben dejarse medir por la regla del amor por la unidad de la única Iglesia”, añadió Monseñor Prieto ante el auditorio del Ateneo de Teología. En su opinión, y son sus palabras finales en torno al título del Foro Omnes: “Estamos llamados a una integración, pero esta integración no se hará sin diálogo y sin cierto sufrimiento”.
Al concluir el turno de preguntas, Maria José Atienza agradeció su apoyo a los colaboradores: Ateneo de Teología, Fundación CARF, Banco Sabadell, a los asistentes, entre los que se encontraban miembros de varias instituciones, movimientos e iniciativas como Acción Católica, Alpha, Encuentro matrimonial o Focolares. Además agradeció a los lectores y suscriptores de Omnes, cuyo director, Alfonso Riobó, había recibido al obispo de Alcalá y a los ponentes al comienzo del acto.
Francisco Otamendi
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