El Ateneo de Teología acogió el pasado día 16 una nueva reunión de formación permanente de la Prelatura del Opus Dei. La sesión estuvo dirigida por el profesor Juan Carlos Carvajal Blanco, Doctor en Teología Sistemática por la Universidad Pontificia de Salamanca, y actualmente catedrático de la Universidad de San Dámaso donde compagina la docencia en materias de Evangelización, Iniciación Cristiana, Primer Anuncio y Pedagogía Catequética. Las preguntas que hicieron los participantes durante la presentación dejaron claro el interés suscitado por la misma.
La comunión con el Misterio de Cristo,
finalidad de la evangelización y fuente de su renovación
I. UNA MIRADA A LA DINÁMICA PASTORAL DE NUESTRAS COMUNIDADES
1.- Asistimos a un cierto agotamiento pastoral y catequético.
2.- La necesidad de encontrar un punto focal.
II. EL MISTERIO DE JESUCRISTO, PUNTO FOCAL DE LA MISIÓN EVANGELIZADORA
El objeto esencial y primordial de la catequesis es, empleando una expresión muy familiar a San Pablo y a la teología contemporánea, “el Misterio de Cristo”. Catequizar es, en cierto modo, llevar a uno a escrutar ese Misterio en toda su dimensión […] Se trata, por lo tanto de descubrir en la Persona de Cristo el designio eterno de Dios que se realiza en Él. Se trata de procurar comprender el significado de los gestos y de las palabras de Cristo, los signos realizados por Él mismo, pues ellos encierran y manifiestan a la vez su Misterio. En este sentido, el fin definitivo de la catequesis es poner a uno no sólo en contacto sino en comunión, en intimidad con Jesucristo: sólo Él puede conducirnos al amor del Padre en el Espíritu y hacernos partícipes de la vida de la Santísima Trinidad (CT 5).
Como afirmaba san Ireneo: “[Cristo], en su venida, ha traído consigo toda novedad”. Él siempre puede, con su novedad, renovar nuestra vida y nuestra comunidad y, aunque atraviese épocas oscuras y debilidades eclesiales, la propuesta cristiana nunca envejece. Jesucristo también puede romper los esquemas aburridos en los cuales pretendemos encerrarlo y nos sorprende con su constante creatividad divina. Cada vez que intentamos volver a la fuente y recuperar la frescura original del Evangelio, brotan nuevos caminos, métodos creativos, otras formas de expresión, signos más elocuentes, palabras cargadas de renovado significado para el mundo actual. En realidad, toda auténtica acción evangelizadora es siempre “nueva” (EG 11).
III. EL MISTERIO DE JESUCRISTO, EN QUIEN SE CUMPLE EL DESIGNIO DE DIOS
1. El Himno al designio salvífico de Dios (Ef 1,3-14)
a/ La elección y predestinación por el Padre
b/ La concesión de la gracia por Cristo, el Amado
c/ La iniciación eclesial en el misterio, por el Espíritu
2. Las dimensiones del Misterio cristiano dinamizadoras de la evangelización
a/ La estructura trinitaria del plan salvador de Dios
b/ El carácter único y universal de Jesucristo
c/ La mediación sacramental de la Iglesia
d/ “Hasta que Cristo se forme en vosotros” (Ga 4,19)
IV. UNA EVANGELIZACIÓN CON DIMENSIÓN KERIGMATICA Y MISTAGÓGICA: DEL ENCUENTRO A LA COMUNIÓN
1. El anuncio del kerigma, al servicio del encuentro con Jesucristo
El kerygma es trinitario. Es el fuego del Espíritu que se dona en forma de lenguas y nos hace creer en Jesucristo, que con su muerte y resurrección nos revela y nos comunica la misericordia infinita del Padre (EG 164).
2. La dimensión mistagógica de la pastoral, al servicio de la comunión configuradora con el Misterio de Cristo
Otra característica de la catequesis, que se ha desarrollado en las últimas décadas, es la de una iniciación mistagógica, que significa básicamente dos cosas: la necesaria progresividad de la experiencia formativa donde interviene toda la comunidad y una renovada valoración de los signos litúrgicos de la iniciación cristiana […] El encuentro catequístico es un anuncio de la Palabra y está centrado en ella, pero siempre necesita una adecuada ambientación y una atractiva motivación, el uso de símbolos elocuentes, su inserción en un amplio proceso de crecimiento y la integración de todas las dimensiones de la persona en un camino comunitario de escucha y de respuesta (EG 166).
Concluida la etapa precedente, la comunidad juntamente con los neófitos progresa, ya con la meditación del Evangelio, ya con la participación de la Eucaristía, ya con el ejercicio de la caridad, en la percepción más profunda del misterio pascual y en la manifestación cada vez más perfecta del mismo en su vida. Ésta es la última etapa de la iniciación, a saber el tiempo de la “Mystagogia” de los neófitos (RICA 37).
V. CODA: “JESÚS ES MIEL EN LA BOCA, MELODÍA EN EL OÍDO, JÚBILO EN EL CORAZÓN”
¿De dónde crees que llega la luz tan intensa y veloz de la fe a todo el mundo, sino de la predicación del nombre de Jesús? ¿No nos llamó Dios a su maravilloso resplandor por la luz de este nombre? […] Mas el nombre de Jesús no es sólo luz, también es alimento […] Todo alimento es desabrido si no se condimenta con este aceite; insípido, si no se sazona con esta sal. Lo que escribas me sabrá a nada, si no encuentro el nombre de Jesús. Si en tus controversias y disertaciones no resuena el nombre de Jesús, nada me dicen. Jesús es miel en la boca, melodía en el oído, júbilo en el corazón […] Cuando pronuncio el nombre de Jesús evoco el recuerdo de un hombre sencillo y humilde, bueno, sobrio, casto, misericordioso, el primero por su rectitud y santidad. Evoco al mismo Dios todopoderoso, que me convierte con su ejemplo y me da fuerzas con su ayuda. Todo esto revive en mí, cuando escucho el nombre de Jesús. De su humanidad extraigo un testimonio de vida para mí; de su poder, fuerzas. Lo primero es un jugo medicinal; lo segundo es como un estímulo al exprimirlo. Y con ambos me preparo una receta que ningún médico puede superarla (San Bernardo, Sermón del Cantar de los Cantares, XV, 6).