El lunes 23 de enero, nos acompañó en el Ateneo de Teología, el Rector del Seminario Conciliar de Madrid, don José Antonio Álvarez: dirigió uno de los tiempos de meditación en el retiro mensual y, después del almuerzo, mantuvo con los sacerdotes asistentes una agradable tertulia en la que nos relató la estructura del proceso formativo del seminario.
A una de las preguntas respondió que el "caladero" de las vocaciones procedían de grupos apostólicos, comunidades, movimientos y parroquias donde se vive intensamente la vida cristiana, y la identidad cristiana es auténtica, con sacerdotes entregados y felices con su ministerio presbiteral. Este es el principal lugar de origen de las vocaciones: allí donde la vida cristiana es notable y patente. Fue muy interesante comprobar las diferentes procedencias de las vocaciones sacerdotales y a la vez, su presencia este último lunes con nosotros, en uno de nuestros medios ordinarios de formación, fue también un motivo de agradecimiento.
Reproducimos en nuestra web, para recordar su tiempo de meditación, el texto que había preparado para dirigir nuestra oración: nos sirve ahora para repasar las ideas con las que nos ayudó.
RETIRO A SACERDOTES
Al iniciar el Tiempo Ordinario, la Iglesia pone ante nuestros ojos el Misterio de la vocación y más en concreto, la vocación al ministerio apostólico:
Primer Evangelio en T.O.: Lunes semana primera, Mc 1, 14-20: inicio del Ministerio público del Señor: llamada a la conversión y vocación de los primeros apóstoles
Sábado de la I semana, Mc 2, 13-17: vocación de S. Mateo
Oración colecta en la I semana del TO:
“Muéstrate propicio, Señor, a los deseos y plegarias de tu pueblo; danos luz para conocer tu voluntad y la fuerza necesaria para cumplirla” (Antigua traducción Misal Romano)
Evangelio de ayer, III Domingo TO (A), Mt 4, 12-13: Inicio del Ministerio público del Señor en Cafarnaún y vocación de los primeros apóstoles.
En el ciclo impar de este año, Años impares, la lectura de la carta a los Hebreos. El sacerdocio nuevo y eterno de Jesucristo, el Sumo y Eterno Sacerdote.
¿Será casualidad?
Bien nos viene recordar el adagio acuñado por Próspero de Aquitania en el s. V: “lex orandi, lex credendi”. Decía: “que si los pelagianos examinasen las oraciones de la Iglesia tomarían conciencia de sus errores pues la ley de la plegaria (lex orandi) ofrece un criterio teológico (lex credendi)”. La Iglesia cree como ora.
Quizá en estos tiempos en que el ministerio ordenado es en ocasiones cuestionado o puesto en entredicho, es hora de volver al Amor primero, de ahondar en el Misterio de nuestra vocación, para ser renovados en la fe y en la misión.
Como todos sabemos, el Decreto Presbyterorum Ordinis ofrece una perfecta y fundamentada síntesis del ministerio ordenado cuando propone, por una parte, su sacramentalidad a partir de la misión conferida por Jesucristo a los Doce, y por otra, su dimensión eclesiológica al fundamentar la íntima y necesaria unión del presbítero con el obispo. Desde la fundamentación del ministerio sacerdotal en la misión apostólica y desde ella, lo comprende ordenado a la edificación de la Iglesia.
El ser y el obrar sacerdotal son comprendidos por el Concilio Vaticano II desde la naturaleza sobrenatural de la misión recibida. Desde este ser (cap I: El presbístero en la misión de la Iglesia), se comprenderá el ministerio de los presbíteros, su hacer (Cap. II: El ministerio de los presbíteros), para concluir en algunas exigencias (Cap. III: La vida de los presbíteros).
Hay unas coordenadas esenciales que definen la vida y ministerio de los presbíteros: Llamados, consagrados y enviados. En este envío a manifestar y hacer presente la potestad de Cristo, por su poder y por sus relaciones.
En este segundo punto quisiera reparar esta mañana, proponiendo algunas ideas o interrogantes a la luz de la plegaria de ordenación sacerdotal, que puedan ayudarnos a renovar nuestra vocación y misión.
1.- Los presbíteros, colaboradores del obispo
- En la plegaria de ordenación:
“Cuando llegó la plenitud de los tiempos enviaste al mundo, Padre Santo, a tu Hijo Jesús, apóstol y pontífice de la fe que profesamos. Él, movido por el Espíritu Santo, se ofreció a ti como sacrificio sin mancha y habiendo consagrado a los apóstoles con la verdad, los hizo partícipes de su misión; a ellos, a su vez, les diste colaboradores para anunciar y realizar por el mundo entero la obra de la salvación”.
- ¿Cómo es nuestra colaboración? ¿Nos sentimos en comunión y favorecemos esta colaboración en el sacerdocio apostólico?
- Dice la plegaria de ordenación, algunas notas de esta colaboración:
- “Honrados colaboradores del orden de los obispos”
- “Fieles dispensadores de tus misterios”
- “Imploren tu misericordia por el pueblo que se les confía y en favor del mundo entero”
LG 28: “….forman con su obispo un único presbiterio…Han de considerar al obispo como un verdadero padre y obedecerle con respeto. El obispo, por su parte, ha de considerar a los sacerdotes sus colaboradores, como hijos y amigos, a la manera en que Cristo a sus discípulos no los llama ya siervos sono amigos (cf. Jn 15, 15)”.
¿Cómo lo procuramos: oración, afecto, diálogo, sinceridad…?
2.- Unidos en una misma vocación, formando “el orden de los presbíteros”
-En la plegaria de ordenación:
“Para formar el pueblo sacerdotal, tú dispones con la fuerza del Espíritu Santo en órdenes diversos a los ministros de tu Hijo Jesucristo. (….) Te pedimos, Padre Todopoderoso, que confieras a estos siervos tuyos la dignidad del presbiterado; renueva en sus corazones el Espíritu de Santidad; reciban de ti el segundo grado del ministerio sacerdotal y sean, con su conducta, ejemplo de vida”.
¿Somos conscientes de que nuestra vocación y misión nos hace partícipe de un mismo ministerio en la comunión presbiteral?
La imposición de manos consecratoria es la del Obispo, pero hay una acogida sacramental en el presbiterio, significada también en la ordenación presbiteral. La acogida en el presbiterio por parte de los demás sacerdotes concelebrantes, mediante la imposición de manos.
¿Cómo cuidamos la fraternidad en el presbiterio?
El dinamismo de la vida cristiana muestra cómo el perdón dispone a la reconciliación, cómo la humildad genera concordia, y en cambio cómo el orgullo crea rivalidad (cf. Flp. 2, 1 ss)
¿Cómo nos cuidamos? Si la relación con el obispo es de padre, con los presbíteros es de hermanos, una fraternidad sacramental. ¿Qué tiempo dedicamos? Y no sólo a los que entiendo semejantes a mí, sino a aquellos con los que compartimos misión…. Reuniones de arciprestazgo, vicaría, signos de generosidad y misericordia entre nosotros: enfermos, mayores, en crisis….
3.- “Hermano entre hermanos”
-En la plegaria de ordenación:
“Que, en comunión con nosotros, Señor, imploren tu misericordia por el pueblo que se les confía y en favor del mundo entero”
En la bendición final: “Que Dios os haga servidores y testigos en el mundo de la verdad y el amor divino, y ministros fieles de la reconciliación. Que os haga pastores verdaderos que distribuyan la Palabra de la Vida y el pan vivo para que los fieles crezcan en la unidad del Cuerpo de Cristo”
¿Cuidamos nuestro ministerio como bendición para todo el Pueblo santo de Dios?. Pedimos informes…Después de haber sido consultado el pueblo santo de Dios, doy testimonio….
¿Cómo cuidamos la tarea de regir al Pueblo de Dios? ¿Custodiamos la caridad y la unidad de todos en la comunidad cristiana; que nadie se sienta orillado ni extraño?
“Con vosotros cristianos, para vosotros obispo” (S. Agustín)
Vivir y morir hijo de la Iglesia. (Sta. Teresa)