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El Ateneo de Teología se mantuvo muy despierto en julio

Empezó el mes con la visita de un grupo de sacerdotes italianos. El obispo de Nardò-Gallipoli, Fernando Filograna, junto a un grupo de sacerdotes de la diócesis, estuvieron en Madrid con el deseo de conocer la capital de España y otras ciudades cercanas como Ávila y Toledo. Querían seguir los pasos de Santa Teresa de Jesús y pasear por la “ciudad imperial”, sede principal de la Corte de Carlos I. En Toledo hubo tiempo para encontrarnos con el arzobispo Francisco Cerro, y el viernes compartimos el desayuno en Madrid con el Nuncio Apostólico Bernardito Auza.


Y por supuesto, jornada en el Ateneo de Teología, donde disfrutamos con la cercanía de nuestros compañeros italianos: tiempo para la fraternidad sacerdotal, concelebración eucarística presidida por el obispo Fernando, y amena tertulia llena de naturalidad y espontaneidad.



En la sede del Ateneo de Teología, con sacerdotes italianos.


Desde allí salimos a la Galería de las Colecciones Reales, donde se hacía difícil marcharse por lo atractivo de la visita. Agradecimos al profesor Antonio Barnés su incondicional colaboración y guía acompañado de las profesoras María José Miranda y María Estela Maeso.

El obispo Fernando reconoció que fue una experiencia de fraternidad y formación muy enriquecedora para los sacerdotes.


Los sacerdotes italianos regresaban a su diócesis el 6 de julio. Sabían que, mientras se disponían a tomar el avión, un buen número de sacerdotes de Madrid nos juntaríamos en la Catedral de la Almudena para la ordenación episcopal de dos nuevos obispos, muy necesarios para nuestra Archidiócesis. Los nuevos monseñores, José Antonio Álvarez y Vicente Martín, como los llamaremos ahora, son bien conocidos: el primero como Rector del Seminario Conciliar y el segundo por el trabajo que venía realizando en la Conferencia Episcopal. Para los dos nuestra enhorabuena y nuestra oración. Ellos vienen a colaborar, recordaba en su homilía el cardenal Cobo, al servicio de nuestro presbiterio, para anunciar juntos a Jesucristo. José Antonio estuvo en el Ateneo de Teología, nos ha dirigido su palabra, le hemos escuchado y estamos convencidos de que, igual que Vicente, sabrán despertar en todos el amor apasionado por la Iglesia llevando a la comunión, ¡seguros de ello estamos! Y que venís a sumar, a incorporaros con ilusión y sueños en el proyecto evangelizador diocesano. El día se lo merecía, es lógico. Por eso algunos de nosotros nos juntamos para celebrar este maravilloso acontecimiento.



Los dos nuevos obispos de la diócesis de Madrid, José Antonio Álvarez y Vicente Martín.


Aún quedaba mes por delante, y el sábado 20 invitamos a dos hermanos nuestros, sacerdotes, de la diócesis de Cotonou (Benin). Hervè era ya conocido y con frecuencia nos hablamos vía telemática para compartir ilusiones y esperanzas. Ellos nos hablaron de los seminarios interdiocesanos de su país y de las vocaciones que están surgiendo, ¡gran motivo de esperanza para la Iglesia en el mundo! Algunos completan estudios en nuestro país para poner después su formación al servicio de su Iglesia particular. Durante su estancia, también ayudan a nuestras Iglesias locales y es entonces cuando surge la amistad.


Con nuestros hermanos sacerdotes de la diócesis de Cotonou (Benin).


Y aún quedaba el plato fuerte: las jornadas Aprender Roma que tienen lugar en la Ciudad Eterna en los últimos días de julio. Allí nos juntamos una treintena de curas mayoritariamente jóvenes; algunos con una historia sacerdotal de solo un mes. Dios sigue llamando y hay jóvenes que siguen respondiendo a la llamada. Justo ellos, y yo que les acompañaba, fuimos los últimos en marchar. El CIAM (Centro Internacional de Animación Misionera) que nos había acogido como lugar de residencia, volvía a su ritmo ordinario. Me di una vuelta para comprobar que todo quedaba recogido. Pasé a la capilla en la que tantos momentos habíamos rezado. A mi pensamiento, de manera fugaz, vino el rico contenido de estos días: el encuentro en la sede central del Opus Dei con el Prelado y Padre que nos animó a rezar mucho por el Papa y la Iglesia y puso esperanza en nuestros corazones.



Con el Prelado del Opus Dei, don Fernando Ocáriz, en Vila Tevere.



Recordé el comienzo de las Jornadas con el Obispo de Alcalá monseñor Antonio Prieto, que nos dejó marcado en una lección magistral el deseo de la primacía de la oración como necesidad vital para el sacerdote, de modo que fuera para nosotros una respuesta al don de Dios. Nos presentó la oración siguiendo al Papa Francisco como necesidad de verdadera espiritualidad para responder a los interrogantes de nuestro mundo.



Con el obispo de Alcalá, monseñor Antonio Prieto.


En los días siguientes se sucedieron otras intervenciones de profesores de gran prestigio como Laurent Touze, Juan Narbona, José Carlos Martín de la Hoz y el último Premio Ratzinger Pablo Blanco. Quedamos agradecidos al Vicario Auxiliar del Opus Dei, Mariano Fazio, que nos acompañó en CIAM y nos dirigió la oración de la tarde junto al rezo de Vísperas. Después mantuvo con nosotros un tiempo de conversación. Y agradecidos también a Bruno Lins, de la Secretaría de Estado y a Fermín Jesús González Melado, del Dicasterio de la Fe, que también nos acompañaron.


Tocaba volver a la vida diaria con la experiencia interior del recuerdo agradable de estos días.



José Ignacio Varela González

Director del Ateneo de Teología

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