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Desafíos de la inteligencia artificial

La última jornada de Taller de Apóstol, el pasado día 30, tuvo como protagonista a don José Antúnez, catedrático de Filosofía en el área de Antropología y Ética de la Universidad Eclesiástica San Dámaso. Ante un público de una veintena de sacerdotes jóvenes y universitarios que también acudieron, se desarrolló la actividad de este día que, como siempre, ha servido para ilustrar nuestros conocimientos.



Desafíos de la Inteligencia Artificial

¿Qué desafíos supone la inteligencia artificial? El profesor Antúnez ha comenzado este taller citando las palabras del Papa para referirse a la Inteligencia Artificial (IA) llamándola “máquina que aprende”, no una máquina hecha de piezas físicas sino una máquina hecha de algoritmos, tratando de imitar el cerebro humano con una capacidad creativa.

 

Humanismo extendido

Según Antúnez, Ray Kurzweil, director de ingeniería en Google y creador de la Universidad de la Singularidad, sostiene que tal singularidad se producirá cuando las máquinas despierten, sean autoconscientes, tengan libertad, etétera. Para este autor, las máquinas resolverán la inmensa mayoría de los problemas de la humanidad. 

Frente a gente que piensa como Kurzweil también hay quienes no, y más bien avisan del gran peligro de la IA. Uno de los mas famosos es el Israeli Yuval Noah Harari, historiador y escritor, y profesor en la Universidad Hebrea de Jerusalén, quien argumenta que hasta un dictador que controla todo en su país debería temer la IA porque el poder que tiene los puede usar a ellos mismos como marionetas, siendo así una amenaza existencial para la humanidad. Antúnez también se ha referido al catedrático de Oxford Nick Bostrom, un transhumanista que sostiene la venida de la “inteligencia artificial súper”, que el ser humano va a ser capaz de controlarla tomándola como salvación del mundo, resolviendo problemas no solo materiales sino morales, éticos y espirituales.

 

Técnica moderna

La técnica moderna exige relacionarse con los instrumentos de una manera nueva, según el profesor Antúnez, no como se hacía antiguamente con máquinas pequeñas de vapor, porque ahora hay un maquinismo que revierte sobre nosotros, nos ayuda a pensar el mundo en clave de máquina, para producir más, con una visión maquinista que se enfoca en lo productivo, y hace perder total relación con la naturaleza, con uno mismo y con los demás, a quienes se ve como una relación abstracta que cuantifica y maquiniza todo. El catedrático de San Dámaso ha comentado que el desafío está en absorber los avances de la técnica, porque la técnica no es mala, pero no hay que olvidarse del contexto humano.

Además ha citado un pensamiento de Ortega y Gasset, quien dijo que el hombre se puede perder a sí mismo, no saber quién es, no saber qué hacer con su vida, no saber cómo configurar su existencia, ni saber qué modelo de humanidad perseguir. Esto nos pone delante una responsabilidad en cuanto a la tecnología: darnos cuenta de cómo revierte sobre nosotros y cómo el desafío en el fondo no es solamente tecnológico, ya que no podemos resolver el problema de la IA con más técnica, sino con un ámbito humano cultural, espiritual y religioso, que sea capaz de asumir esa técnica y darle un sentido humano.

 

Ventajas y desventajas de la IA

El catedrático Antúnez se ha centrado en tres campos que agrupan las cosas más positivas. En primer lugar ha mencionado la salud, utilizando como ejemplo a los mudos, que han recuperado su capacidad del habla hasta en un ochenta por ciento gracias a la IA,  agregando también el ejemplo de los perros robots que acompañan…o quizá esto no sea tan positivo y aíslan más al ser humano de la relaciones intrapersonales reales, puntualizó Antúnez. La otra ventaja es la gestión de recursos: véanse los resultados de una empresa. Y el tercer grupo de aportaciones positivas por parte de la IA es la humanización y personalización que nos permitan agilizar gestiones como trabajo, sanidad, justicia, que además personalicen la atención.

Dentro de los negativos él ha apuntado hacia cuatro campos: como primer punto el terreno de la verdad, donde las máquinas deciden y su algoritmo controla lo que conocemos como verdad, dejándonos indefensos como individuos ante la manipulación. El segundo es el terreno de las brechas entre los seres humanos o la polarización, tomando como ejemplo un sistema operativo que ha logrado mayores ganancias en bolsa que brokers profesionales, pero que solo es accesible por su precio para gente de grandes posibilidades económicas. El tercero es la brecha laboral, donde la IA va a ser tan productiva que promoverá el ocio entre los seres humanos y dejará en duda el futuro trabajo humano. Y por último es la naturaleza que acaba siendo para la mayoría algo con lo que nos relacionamos artificialmente, desconociendo el propio concepto de animal.

 

Contestando a don José Miguel Granados, quien comentó cómo las máquinas nos superan en casi todo lo relacionado con el aspecto educativo y creativo, el catedrático argumentó filosóficamente acerca de lo que nos hace propiamente humanos: el sentido de que somos personas y la máquina no, el ser humano posee especificidades como la ética y el amor.


¿Es de verdad igual, o puede llegar a ser igual la IA que una persona? La respuesta filosófica del catedrático ha sido que radicalmente no. Puede hacer procesos que nos mejoren, puede calcular mejor, diseñar mejor, descifrar mejor, muchísimas cosas cuantificadas con sus algoritmos mejor que nosotros, pero lo que nunca hará desde el punto de vista intelectual es estar en la realidad y tener real conciencia inmediata de sí mismo. Para el robot el mundo real no existe, no está en el campo del ser. El hombre es un ser metafísico, o filosófico, que vive en la realidad y conoce las cosas como reales, aunque luego puede tener un mundo virtual, un mundo literario, el robot no. Lo único que podrá realizar un robot, según Antúnez, es cumplir con el objetivo que se le ponga siguiendo indicaciones.

 

Super inteligencia de Bostrom

El asunto está, según Antúnez, mencionando a Bostrom, en la superinteligencia. Una superinteligencia capaz de controlar absolutamente todo, donde primero se dará lugar a una lucha entre varias superinteligencias fuertes, hasta que haya una que lo domine todo. Hasta entonces esta Super IA tendrá su etapa “baby” donde aprende y absorbe todo lo que se le enseñe, para luego poco a poco irse desarrollando. La cuestión está en conseguir una IA que plantee un mundo bueno, donde el hombre sea feliz, y esto se lograría diseñando una IA que calcule en cada contexto lo que tiene mejores consecuencias, y menores malas consecuencias, dictaminando las instrucciones que uno le diga siguiendo una gran institutriz. Detrás de Bostrom hay un pesimismo antropológico muy fuerte que empalma con su concepción transhumanista. En el fondo ve al ser humano como una maquina hecha de biología, producida por The Wisdom of Nature, la cual no la percibe como tan sabia debido a que nos ha creado a nosotros que somos capaces de guerras, desastres, injusticias, etcétera. Nosotros hemos producido la técnica con la que podemos enmendar la naturaleza y crear un ser humano mejorado, un post-hombre, utilizando todos los saberes técnicos de diferentes tipos. Sin embargo, los seres humanos somos capaces de tener un código ético que vamos coleccionando, fruto de nuestra experiencia moral. Nosotros no somos máquinas que deducen lo que debo hacer y aplican todo lo que si funciona, sino que vamos descubriendo cosas por medio del amor.

Antúnez ha concluído este deslumbrante taller reiterando: “el tema es al final lo de siempre, yo tengo que asumir mi grandeza, con mi libertad, con todo mi riesgo, viendo a la IA con muchas oportunidades y con mucho riesgo, pero intentando influir”. Y terminó la gran charla que tuvimos, con las palabras del Papa Francisco: “En esta época que corre el riesgo de ser rica en tecnología y pobre en humanidad, nuestra reflexión solo puede partir del corazón humano”.

 

Bryan Adrián Vera Grijalva

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